¡Qué buena iniciativa! Ojalá resista las nimiedades que pululan y distorsionan los canales de difusión y expresión del pensamiento contemporáneo. Tal como hoy las recuerdo, esas fueron las dos cosas que me saltaron al espíritu después de que me presentaron a Cultura Abierta. Transcurrido el tiempo, me llena de satisfacción ver como este esfuerzo ha pasado a ser una realidad consumada, con iguales o mayores retos que en sus inicios. Retos a los que con gusto me uno, poniendo a disposición mi granito de arena con el compromiso que significa estar a la altura del trabajo de estos amigos.
A diario se escuchan los clamores por la adolescencia de foros de debates donde fluyan las corrientes que ayuden a través de la crítica a mejorar las cosas que como sociedad nos afectan. Incluso, existen algunos aventajados que se jactan de la falta de individuos con la sesera suficiente para confrontar puntos de vista. Sin embargo, todo esto no nos debe asombrar, ya que es el producto consumado de políticas totalitaristas que en su momento se encargaron de aniquilar el librepensamiento en la República Dominicana.
Para bien o para mal, lo hecho ya está hecho. Nuestra generación debe encontrar un nuevo punto de partida para comenzar a suplir las carencias que nos reclaman nuestros padres y nuestros tíos. Valernos de todo cuanto el presente pone a disposición para reaccionar en lugar de contemplar y así reivindicar el derecho de expresión que una vez se perdió, pero que ahora vive un resurgir que tiene que ser aprovechado en su plena dimensión.
El tiempo pasa y al pasar va exigiendo cuentas por lo hablado, por lo callado, por la acción y por la inercia. Estar aquí, ahora, escribiendo, pensando y discutiendo, de algún modo será recordado, los esfuerzos reconfortan si al final paren resultados, encuentran trascendencia. Por eso, debemos de cuidarnos para no cometer el mismo error de aquellos brillantes vanguardistas que con los años se comieron cada uno de sus artículos, ensayos, disertaciones, cuyo proceso digestivo culminó en una copia moderna de la corrupción y el clientelismo que embarra el desarrollo de todo un país.
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