NO ES MÍA ¿PERO DE QUIÉN ES?
¿SOLIDARIDAD O HIPOCRESÍA?
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“Haití destruido y ahora todos con la bandera de haiti en el nick como si fuera una fucking moda. Ahora todos con buenos deseos a nuestra patria vecina.” Jean Román.
El año no empieza bien para la hermana República de Haití: un sismo ha estremecido su tierra y devastado su ciudad capital. Al más pobre de los países de nuestro continente le han quitado más de lo que tiene, y quién sabe como podrá recuperarse. Pero es interesante dar un vistazo a Facebook y otros medio de comunicación masiva para darnos cuenta de lo rápido (y esperemos que efectiva) que ha sido la respuesta de la ciudadanía Dominicana a la devastación, y más que nada, lo verdaderamente desinteresada y humana que aparenta.
Las relaciones dominico-haitianas no se encuentran hoy en su mejor punto. La inmigración ilegal de haitianos no es bien vista por la mayoría de los dominicanos, y su presencia se ha convertido en base para expresiones racistas y xenofóbicas, culminando incluso con encuentros violentos en algunas comunidades rurales del sur. La complicada historia de nuestros pueblos, y un desarrollo cultural a veces manipulado, sirve para muchos de pretexto para concebir un discurso anti-haitiano que parece ir más allá del simple rechazo a la inmigración haitiana, parece más odio a la nación negra. Si alguien disputa este punto por favor diríjase a la sección de comentarios de Clave Digital.
Sin embargo, en este día de extrema necesidad, frente a la catástrofe la reacción del pueblo dominicano ha sido totalmente lo contrario a lo de esperar de un pueblo que hasta poco parecía querer forzar la separación total de la isla. Ha sido no solo bastante rápida, me parece también que dentro de la ayuda hay un corazón latiendo. Vean, es de mi opinión que muchas veces participamos de las caridades de una manera frívola, se realizan por que eslo que hay que hacer y no por que dentro de nosotros sentimos empatía frente al sufrimiento que pretendemos enfrentar. Muchas veces damos la ayuda para enfrentar una situación tan precaria como esta que, sin importar lo cerca que este geográficamente, la sentimos alejada y ajena a nuestra realidad. Esta forma de caridad no es lejana a la simple hipocresía.
Pero entre la ayuda no solo veo una donación de dinero, se siente el dolor de mi vecino, no solo veo la necesidad de alimentos, se siente la pobreza del hermano. No sé si mañana cuando todo esto acabe volveremos a nuestro conocido racismo y xenofobia, y nuevamente veamos a Haití como una tierra seca y distante, no como una nación de seres humanos que sufren como nosotros. Espero no ser ingenuo con mi deseo de que la tragedia sea una lección, y que la dirección de las relaciones de las dos patrias cambie, pues al final, nos guste o no nos guste, somos parte de una misma Isla.
¿SOLIDARIDAD O HIPOCRESÍA?
JORGE SUBERO NO QUIERE PASAR EL BIRRETE PRESIDENCIAL
Desde luego, es innegable que el tono político del expositor del que se trata fue mucho más dulce, diferente al pronunciado ya no recuerdo si en el 2009 ó 2008, donde dicho anfitrión defendió su buen desempeño en el nivel 12 de la escala de Richter, poniendo inclusive su cargo a disposición de quienes entendieran lo contrario, si la memoria no me está jugando una vergonzosa treta. En defecto, en la interpretación jurídica de este discurso se vio un juez rabínico dando las pautas de la jurisprudencia postrera, y defendiendo los precedentes pasados, pero de aplicación continua, como es el caso de la sentencia que declara conforme a la constitución la Ley 187-07 Sobre Pasivo Laboral, exaltada en la citada disertación como uno de los grandes fallos pronunciados por la Corte que él dirige, a sabiendas del fuerte rechazo que dicha solución enfrenta en muchos sectores de la sociedad, encabezados por la Cámara Laboral de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de Santiago.
Con miras al futuro el mensaje del presidente de la Casación fue claro, el control difuso de la constitucionalidad de las reglas de derecho continuará siendo ejercido de oficio por todos los tribunales de la República, ése es el criterio de la Corte de Casación, que ahora no habla por sentencias, sino por discursos, pero ojo, quien suscribe está absolutamente de acuerdo con ese modo de orientar la jurisprudencia sobre la especie, y es que de esa manera evitamos la improvisación y como diría el presidente Mejía, el “galloloquismo” jurídico.
De otra parte, tiene particular interés saber que el criterio de la Suprema Corte de Justicia, según las palabras de su honorable rector, será casar las sentencias de los tribunales del fondo que sean contrarias a los juicios del Tribunal de Garantías Constitucionales. Respecto a esta última tesis es notable que no sólo constituye el criterio de la Suprema Corte, sino que encierra la confesión de continuidad del presidente de dicho juzgado, en razón de que aunque todavía él reproche la creación de una Corte Constitucional, injerta en nuestro derecho contra sus designios, él le da la garantía al poder político, que por cierto se encontraba allí a su derecha, que las decisiones de la competencia de ese último juzgado serán honradas por los jueces de la rama judicial tradicional. Ese ánimo además queda confirmado por la inocente declaración de la cimentación de las instalaciones que alojarán el mencionado nuevo organismo. En definitiva, un hombre que aprovecha su arenga para orientar la jurisprudencia nacional, no me parece a mí que esté firmando su carta de renuncia, sino que más bien que con pragmatismo se adapta a las circunstancias invariables e impuestas por un poder indomable por él, pero al que decididamente pertenece.
JORGE SUBERO NO QUIERE PASAR EL BIRRETE PRESIDENCIAL