Por Félix Santana
En un acto sorpresivo, celebrado a principios del mes de diciembre del pasado año 2008, el simpático Amable Aristy Castro leyó un documento en el cual se indica que “el país está reclamando la reunificación de la entidad política (refiriéndose al Partido Reformista Social Cristiano, PRSC) por lo que decidieron reingresar a todos los miembros que se alejaron, con el objetivo de trabajar para lograr el triunfo del PRSC”. Yo no sé si le ocurrió a muchos, pero quien escribe abrió al máximo sus achinados ojos, impactado por la buena nueva. No sabía cual sentimiento experimentaba, si la admiración por el perdón ofrecido o la repugnancia por la hipocresía de la clase política.
En un acto sorpresivo, celebrado a principios del mes de diciembre del pasado año 2008, el simpático Amable Aristy Castro leyó un documento en el cual se indica que “el país está reclamando la reunificación de la entidad política (refiriéndose al Partido Reformista Social Cristiano, PRSC) por lo que decidieron reingresar a todos los miembros que se alejaron, con el objetivo de trabajar para lograr el triunfo del PRSC”. Yo no sé si le ocurrió a muchos, pero quien escribe abrió al máximo sus achinados ojos, impactado por la buena nueva. No sabía cual sentimiento experimentaba, si la admiración por el perdón ofrecido o la repugnancia por la hipocresía de la clase política.
En lo que luchaba por comprender el escenario, escuchaba exclamar a los reformistas que ellos buscaban la reunificación Balaguerista, guiados precisamente de los principios y valores auténticos del Reformismo-Balaguerismo. Fue en ese momento, pidiendo disculpas anticipadas, pero no lo pude evitar, que llegó a mi mente como si estuvieran mis oídos oyendo todavía aquella autoproclamación que hizo el distinguido huésped de la Casa de Gobierno, el domingo 3 de febrero de 2008, cuando se definió como el heredero del Balaguerismo histórico.
Siguiendo en la línea de los mismos pensamientos morbosos, no se me puede reprochar que reflexione: cuando Su Excelencia, Doctorísimo, abogadísimo, etceterísimo, Don Leonel Fernández, se declara heredero del extinto Balaguer, no estará pensando reclamar los bienes ya donados del doctor Balaguer, sino que la pretensión de derechos de propiedad debe ser hacia algún otro objeto, y decimos pretensión de derechos, porque las herencias en cierto sentido son eso, una transferencia de derechos. Después de unos breves instantes de deliberación no es difícil gritar: ¡Eureka! La masa sucesoral todavía sin dueño dejada por el de cujus, presidente Balaguer, es el Partido Reformista. Ese derecho de propiedad está fuera de debate, son incontables las veces que se ha atribuido el colapso del Partido Reformista a la desaparición física del Dr. Balaguer, dada su condición de propietario del mismo. No en balde muchos han sostenido que: “A todo el que sacaba la cabeza, Joaquín Balaguer se la cortaba porque era un caudillo totalitario, absorbente, radical y gravemente enfermo de poder. Por lo tanto, era de esperar lo que ha pasado en el reformismo”[i]. En consecuencia, de haber un heredero de Joaquín Balaguer, lo único que queda por reclamar es la franquicia política de siglas PRSC, cuya dificultad es la imposibilidad de demandar la adjudicación en los tribunales y solicitar la transferencia en el Registro de Títulos, bueno en este caso quizás la institución correcta sea la Cámara de Comercio. De frente a esa realidad, la única forma de hacerse con el bien sucesoral es la “amigable”.
En el año 2004, medio Partido Reformista se cruzó a las filas del entonces candidato Fernández, 4 años después, respecto a la mitad que permaneció en dicha organización política, ocurrió exactamente lo mismo que en el 2004, salvo unos cuantos que prefirieron montarse en el Toro de Hatuey De Camps, y despreciaron el rugir del León de Bosch y Balaguer. En las urnas podemos identificar ese movimiento fácilmente, aunque reconocemos que criticablemente también:
En 1996 el partido reformista obtiene alrededor de un 15% de los votos, en el año 2004, cuando por segunda vez aparece en la boleta electoral, en la casilla colorá, una carita distinta a la del cortesano de la era de un tirano, el PRSC obtiene alrededor de un 8%, lo que equivale a la mitad de los votos obtenidos en la primera oportunidad en la cual el Dr. Balaguer no se postuló. En ese mismo tenor, en el torneo electoral de 2008, los votos rojos totalizaron cerca del 4%; ¡jolines! de nuevo la mitad. Políticamente ese fenómeno ya lo explicamos: en los dos últimos procesos electorales presidenciales el Partido Reformista se divide en dos. Sin temor a pecar de exagerados es posible que las tres cuartas partes de la escuadra roja se hayan practicado unos “high lights” con tonalidad berenjena (vegetal morado, color característico del PLD).
Siguiendo con las estadísticas, el oficialismo, no obstante sus tres triunfos consecutivos, va en descenso. En el 2004, el a la sazón ex presidente Fernández gana las elecciones en 29 provincias con el voto de los partido aliados, sin ellos gana en 27 de esas demarcaciones. En el 2006, el partido oficial con los aliados gana en 22 provincias, la oposición unida lo hace en las restantes 10. Traducido en términos porcentuales la coalición oficial perdió cierto terreno, en sentido general y tomando como referencia el total de los votos a nivel provincial, de un 57% obtenido en 2004 se desliza levemente a un 52% en el 2006. En el 2008, a pesar de haber mejorado su performance tímidamente, la situación se torna preocupante para el sector palaciego.
En efecto, en el torneo electoral celebrado en ese último año, el partido de gobierno, sin contar el voto de los aliados, tan solo gana en 14 provincias, en un contraste muy marcado con los dos pasados procesos electorales, en uno de los cuales, repetimos, había ganado sin ese voto en 27 provincias. El PRD en cambio, sin aliados y de frente a los demás partidos sin aliados también, lo hace en 17 de dichas jurisdicciones administrativas. Pero descuidad, pues a la hora de la verdad, cuando en el pasado proceso de 2008 se contaron los votos amigos, los inquilinos del poder ejecutivo respiraron en paz, y es que con los aliados se revierten esas cifras y el PLD se consolida en sus 27 provincias. Ante este último panorama todo parece seguir igual, pues la verdad es que no.
De manera que a pesar de que en los últimos tres certámenes el PLD haya triunfado en más de 20 provincias, esas victorias, principalmente la última fue catapultada por el voto de los aliados, y por un voto incalculable, el de los reformistas-leonelistas. Si tomamos los votos del PLD como partido, veremos que ha descendido: en el 2004 obtiene casi un 50%, en el 2008 ronda el 44%; su adversario de un 33, llega a alrededor de un 40%. A los fines del la justa que se aproxima lo más alarmante para el PLD es saber que el PRD les dominó de partido a partido en 17 provincias. De seguir la tendencia, ese respaldo parlamentario con el que cuenta los administradores de la cosa pública corre grave peligro.
Empero, la situación para el oficialismo se vuelve más crítica si tomamos en consideración un factor incuantificable, los votos reformistas, pues como la porción reformista que ha apoyado a Leonel no tiene boleta, ellos votan en cualquiera, pero es lógico suponer que la gran mayoría lo hace en la casilla del PLD, en ese sentido si restamos esos votos tendremos un PLD no tan fuerte como se nos intentan vender, ese 44% que obtuvo el PLD individualmente se halla engrosado con el voto de los disidentes reformistas. Como hemos visto en cada elección el PLD decrece, pero con la suma del voto de los aliados, llega a la cantidad de votos necesaria por lo menos para captar puestos electorales. El presidente Fernández y la curia morada están conscientes de eso, y en ese sentido es presumible que estén actuando, ya que de seguir el patrón que llevan, si el PLD no consigue arrastrar una cantidad considerable de votos aliados, es posible que el partido del “jacho se jondée la noña” una vez más. La única fuerza que podría procurarle ese aliento a la gente de palacio, es el remanente del Partido Reformista, a pesar de haber tan solo obtenido un cuatro por ciento en las elecciones pasadas. No sería la primera vez que unos pocos votos amigos se constituyan en el motor que impulse el tren que conduce hacia algún despacho oficial, en el 1986 si el Dr. Balaguer no hubiera contado con votos de ese tipo, el PRD hubiera ganado las elecciones, en tanto obtuvo más votos que el Partido Reformista.
Sabemos esos números están sujetos a muchas realidades que las estadísticas aún no tiene chance de explicar y contemplar. Y es que no obstante el PRSC se haya sintetizado en un 4%, en las elecciones que se avecinan, ese porcentaje tiene un valor muy apreciable a la hora de que ese 4 permanente, se reencuentre con el restante disidente. Pues no se puede dudar que muchos simpatizantes que se han alejado fruto de la división, retornen o ingresen a engrosar la deseada unidad reformista. Es posible, muy probable, que el PRSC unido crezca un poco, exteriormente hablando.
Ante ese panorama ya no resulta sorpresiva la unificación del partido rojo, explicada desde la perspectiva de un presidente que le pide a su anillo del Partido Reformista que retorne a la franquicia a los fines de que se diligencie la atracción de los votos de esa parcela a la causa morada, asegurándole constitución nueva y ñoña vieja.
Pero no nos engañemos, producto de lo que ha acontecido estos últimos días es comprensible la certidumbre que podemos formarnos sobre la voluntad del presidente de no luchar su permanencia en el poder en las elecciones del 2012. Esta segunda semana de mayo de 2009, el país ha visto con la mayor de las incredulidades, el más sublime acto de entrega y fe del siglo XXI en la Rep. Dom., el titulado acuerdo Leonel-Miguel, mediante el cual el primero entrega sus aspiraciones inmediatas y el segundo con fe en consolidar sus apetencias inmediatas, rescata al otro de una eventual sepultura política. En el párrafo 7 de dicho trato se puede leer: “Se propone adoptar, con aplicación inmediata, la fórmula consagrada en la reforma constitucional del 14 de agosto del año 1994, en lo concerniente a la no reelección presidencial, que reza: El Poder Ejecutivo, se ejerce por el Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo, no pudiendo ser electo para el periodo constitucional siguiente.”
A primera vista beneficia a Miguel Vargas, quien en el 2012 no tendrá que verse la cara con un presidente Fernández que conoce de mañas políticas y electorales, y lo que es más importante, un hombre que sabe como desplegar dichas tácticas y que cuenta con un destacado equipo de apoyo a esos fines: el dream team que le permitió al Dr. Balaguer ser el hombre que más veces ha ocupado la oficina presidencial, 7 veces. Por su parte, aunque despeja cualquier posibilidad para el Dr. Fernández de continuar en el poder, le asegura vida política, pudiendo volver y volver en el 2016, año en el cual se encamina la jugada principal y sobre la cual debemos enfocarnos.
Como hemos insinuado, con la firma de este acuerdo, Fernández, por un lado, renuncia a la más mínima posibilidad de reelegirse en el 2012, pero abriendo la oportunidad de retornar en el 2016; por el otro, responde a lo que sucedería si en el 2012 gana un candidato del PLD no influenciable por él, léase Danilo Medina u otro de esa especie; en una atmósfera así quizás la figura de Leonel se debilite para el 2016, previendo ese siniestro contexto, el ungido de Balaguer le cierra el camino a ese otro eventual líder del bloque progresista, en tanto el pacto Leonel-Miguel pretende eliminar la reelección consecutiva, así las cosas, esa persona no representaría mayor obstáculo. La debilidad de la teoría de este párrafo estriba en que si la intención de Leonel es reaparecer en el 2016 y para cerrarle el camino a su sustituto del periodo 2012-2016, consigue se prohíba la reelección consecutiva, toda esa maraña, sólo será por cuatro años de gobierno, pues en este marco, no podría permanecer ininterrumpidamente más allá del 2020.
Para explicarnos mejor las posibles salidas a este enigma, es menester marcharle de nuevo al contenido del dichoso pacto Leonel-Miguel, y es que tal acto no es una ley, ni nada que se le asimile, sino que es una suscripción mancomunada de intenciones. Respecto a la reelección nos es preciso determinar cuáles son esos propósitos. No resulta difícil deducir dos ideas: de una parte, que no se permita consecutivamente la reelección y, de otra parte, que se elimine el molestoso “nunca jamás”, mismo que impide que un presidente que se haya reelecto pueda aspirar en el futuro. Aterrizando esos postulados al escenario de los dos líderes pactantes: la intención de Miguel es que Leonel no se reelija nuevamente para las elecciones del 2012; el ánimo de Leonel es regresar en el futuro cercano. En consecuencia, al no ser el pacto una disposición imperativa y definitiva, nada impide que en el camino de su aprobación, los textos que consagren esas intenciones difieran de la forma de su manifestación en el aludido acuerdo político. En ese sentido puede aprobarse una norma que permita la reelección consecutiva, pero que el actual “incumbente” no pueda disfrutarla, y además que transcurrido un período pueda volver. Algunos dirán que eso es especulación barata, pues el pacto es muy claro afirmando que se pretende eliminar la reelección consecutiva. Sobre el particular basta saber que no obstante el texto del compromiso se vanaglorie de su cimiente, expresando que con dicho concierto se honra la memoria y los principios de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, en la misma ceremonia donde se firmó el acuerdo el presidente Fernández señaló que el tema de la reelección no es un principio, sino un factor propio de la democracia, por lo que no nos es reprochable inferir que ningún valor ético, mucho menos jurídico impide su modificación en la marcha.
En todo ese orden de ideas, la tarea del presidente Fernández será imponer una candidatura amistosa en el Partido de la Liberación, un individuo que de alcanzar la presidencia no tenga un espíritu de perpetuidad. En caso contrario, suponiendo que la divina providencia se haga la loca, y el Dr. Leonel Fernández no imponga una candidatura pantomímica, es posible que apueste al fracaso del otro, para alcanzar la victoria propia. Y repetir el escenario vivido fortuitamente en el 2004, donde el presidente Fernández Reyna pudo regresar al poder aupado por un gobierno tóxico y sin competencia interna, ya que su predecesor en la boleta electoral había perdido las elecciones en las que había participado.
Pero no nos olvidemos de nuestros amigos reformistas, pues aunque a este acuerdo se le pueda irónicamente dar la lectura de que el sucesor Fernández recogió una pequeña herencia dejada por Bosch en el PRD, sobre este pacto nadie duda que su correcta lectura va dirigida a la supervivencia de dos líderes políticos adversos, nada que ver con alianzas, ni ninguna otra abominación parecida, de forma que los votos habrá que seguirlos buscando en otras fuentes. El PRSC continúa siendo apetecible para el líder del poder ejecutivo, desde luego, este pacto representa un golpe para la una vez cara cotización del PRSC, pero eso no se traduce en que ya todo está solucionado. El gobierno con el arreglo estipulado con la cabeza visible de la oposición ha resuelto las trabas a la reforma del texto magno, pero el reto electoral del 2010 sigue al asecho.
Hace unas horas el PRCS representaba la solución a la reforma constitucional, esos votos aseguraban una reforma conforme a la voluntad presidencial. Desde el 2004 el presidente prometió reforma constitucional y no fue hasta hace unos meses cuando la sometió al congreso. Si tenemos buena memoria, recordaremos que el presidente introdujo su propuesta de reforma cuando el Partido Reformista estaba hablando de unidad, eso no fue azar, es muy cuesta arriba pensar que el presidente sometería formalmente su propuesta a sabiendas de que no contaba con los votos para su aprobación; el mandatario utilizó su vocación legislativa, confiado en el trabajo de conquista realizado por sus colaboradores reformistas, esperanzado en que esa dichosa unidad se produciría tomándolo a él como símbolo de la misma. Quien puede negar una realidad como ésa, si el mismo día en que se juramentaba en el PRSC el señor Arístides Fernández Zucco comentaba sinceramente a la prensa: “Ni mi amistad, ni mi admiración, ni mis simpatías personales hacia el presidente Fernández están en juego ni hoy ni mañana. Soy su aliado político y su amigo personal”. Pero como el PRSC no logró aprovechar con celeridad las circunstancias, el presidente consiguió a grosso modo sus objetivos apelando a otros recursos.
En ese tenor, es probable que ese recurso no exclusivamente haya tenido como efecto la llave a la modificación, sino también devenga en el estímulo que propicie la unidad reformista entorno al palacio Nacional, pues ya ellos saben que si no aceptan brindar su apoyo al Ejecutivo, este último encontrará la forma de resolver su problema acudiendo a otras vías, dejándolos a ellos sin pito y sin flauta. Además se suma a esa meditación la bondad de que se trataría de una alianza que beneficia a todos los involucrados, el PRSC sin el sostén del sector oficial, no tiene probabilidades de obtener si quiera dos senadores. Con Leonel, pueden multiplicar geométricamente esas expectativas. A su vez el PLD sabe que en el 2010, sin unos votos extras, su mayoría absoluta en el congreso transita por la cuerda floja y ni hablar su domicilio en la calle México, recordemos las 17 provincias que ganó el PRD, sin importar que quien ostentaba la candidatura por el PLD era su cuarto bate, quien a la vez es el autodenominado sucesor del Balaguerismo histórico, corriente doctrinal cuya enseñanza capital es una genial alquimia que convierte lo que usted quiera en votos electorales.
En definitiva, si Leonel no va en el 2012, por lo menos necesita una plataforma desde la cual continúe considerándose como un hito del primer nivel en la política activa, esa coyuntura se la puede brindar un congreso manipulado por él, como sería aquél que habrá de elegirse en el 2010, el cual al parecer desempeñará sus funciones hasta el 2016. Si el presidente consigue robustecer su mayoría parlamentaria más allá del 2010, poco importa que abandone la casa de gobierno en el 2012, puesto que seguirá ejerciendo el poder indirectamente a través de su servicial masa legislativa, tal y como hizo cierto presidente en las elecciones de 1978, quien se bajó del palo, mas no lo cedió.
[i] http://elvin5.blogspot.com/2008/06/el-partido-reformista.html
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